Blog
El Desafío del Amor. Día 29
11.10.2013 14:32
DÍA 29: LA MOTIVACIÓN DEL AMOR
Servid de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres. (Efesios 6:7) No hace falta demasiada experiencia para descubrir que tu cónyuge no siempre motivará tu amor. Es más, muchas veces lo desmotivará. Más veces de las que quisieras, parecerá difícil encontrar la inspiración para demostrar tu amor. Quizá ni siquiera lo reciba cuando intentes expresarlo. Así es la naturaleza de la vida, incluso en matrimonios bastante saludables. Sin embargo, aunque los cambios de humor y los sentimientos pueden crear toda clase de objetivos para la motivación, podemos estar seguros de que uno permanecerá siempre en el mismo lugar. Cuando Dios es tu razón para amar, tu capacidad de amar está garantizada. Esto se debe a que el amor viene de su parte. Piénsalo de la siguiente manera. Cuando eras un niño, tus padres establecían reglas a seguir. Te ibas a dormir a cierta hora, tu habitación debía estar bastante limpia. Debías terminar la tarea escolar antes de poder jugar... Si eres como la mayoría de las personas, te apartabas de las reglas tanto como las obedecías. Y de no ser por el incentivo de la fuerza y las penitencias, quizá no las hubieras obedecido nunca; pero si en el camino conociste a Cristo o recibiste alguna enseñanza bíblica, es probable que hayas escuchado esta idea: "Hijos, sed obedientes a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al Señor" (Colosenses 3:20). Si lo tomaste en serio, sabías que ya no solo debías responder a tus padres. Dejó de ser una batalla de voluntades entre ti y una figura de autoridad de carne y hueso. Ahora, debías responderle a Dios. Tu mamá y tu papá eran simplemente los intermediarios. Sin embargo, resulta que la relación entre padres e hijos no es lo único que mejora cuando dejas que Dios sea tu motivación. Considera las siguientes áreas en las que agradarle debería transformarse en tu objetivo: El trabajo. "Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres" (Colosenses 3:23). El servicio. "Obedeced en todo a vuestros amos en la tierra, no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, temiendo al Señor" (Colosenses 3:22). Todo. Es necesario esforzarse en "todo lo que hagáis [...] sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís" (Colosenses 3:23-24). Aún el matrimonio. "Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor" (Colosenses 3:18). "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella" (Efesios 5:25). El amor que se exige de tu parte en el matrimonio no depende de la dulzura ni de lo adecuado de tu cónyuge. El amor entre esposo y esposa debería tener un objetivo principal: honrar al Señor con devoción y sinceridad. La bendición que recibe nuestro amado en el proceso es simplemente un maravilloso beneficio adicional. Este cambio de visión y perspectiva es crucial para un cristiano. Poder despertarte sabiendo que Dios es tu fuente y tu provisión (no solo para tus propias necesidades sino también para las de tu cónyuge) cambia por completo el fundamento para interactuar con tu pareja. Esta persona imperfecta ya no decide cuánto amor mostrarás sino que tu Dios perfecto en todo es el que puede usar aún a una persona con fallas como tú para otorgar favor amoroso a otra.
¿Se ha vuelto difícil convivir con tu esposa últimamente? ¿Su lentitud para superar un desacuerdo te está agotando la paciencia?
¿No puede parar un poco? No le niegues tu amor sólo porque no piensa como tú. Ámala "como al Señor". ¿Tu esposo te deja de lado, no dice demasiado y parece estar meditando en algo de lo que no quiere hablar? ¿Te sientes herida por su falta de disposición a abrirse? ¿Estás cansada de que sea tan brusco contigo y que ni siquiera les responda bien a los niños? No reacciones con una doble dosis de silencio y desinterés. Ámalo de todas formas "como al Señor". El amor al cual sólo lo motiva el deber no puede resistir demasiado. Y el amor al cual sólo lo motivan las condiciones favorables nunca puede estar seguro de recibir suficiente oxígeno como para seguir respirando. Sólo el amor que se eleva como ofrenda a Dios (que se le devuelve en gratitud por todo lo que ha hecho) puede sostenerse cuando todas las demás razones han perdido la capacidad de vigorizarnos. A las personas que no les importa tener un matrimonio mediocre pueden dejar el amor librado al azar y esperar lo mejor, En cambio, si estás comprometido a darle a tu cónyuge el mejor amor que puedas, es necesario aspirar a la motivación suprema del amor. El amor que tiene a Dios como su objetivo principal puede alcanzar alturas inimaginables.
El desafío de hoy
Antes de volver a ver a tu cónyuge hoy, ora por él mencionando su nombre y sus necesidades. Sin importar si te resulta fácil o no, di "te amo" y luego expresa tu amor por tu pareja de alguna manera tangible. Vuelve a orar y agradécele a Dios por darte el privilegio de amar a esta persona especial... en forma incondicional, como Él los ama a los dos.
¿Cómo afectará este cambio de motivación la relación y tus reacciones?
¿Qué te inspira a hacer? ¿Qué te inspira a dejar de hacer?
Pero yo y mi casa, serviremos al Señor. (Josué 24:15)
El Desafìo del Amor. Día 28.
10.10.2013 15:59
DÍA 28: EL AMOR SE SACRIFICA
Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos, (1 Juan 3:16) La vida puede ser difícil. Aunque, por lo general, queremos decir que nuestra vida puede ser difícil. Cuando a nosotros nos maltratan o nos causan molestias, somos los primeros en sentirlo. Con rapidez, nos ponemos de malhumor cuando somos nosotros los que percibimos que se nos priva de algo o no se nos aprecia. Cuando la vida nos resulta difícil, nos damos cuenta. Sin embargo, muchas veces, la única forma de darnos cuenta de que la vida es difícil para nuestro cónyuge es cuando comienza a quejarse. Entonces, en lugar de preocuparnos de verdad o de correr a ayudar, quizá pensemos que tiene una mala actitud. No nos damos cuenta del dolor y la presión que él atraviesa de la misma manera que lo hacemos con nuestro dolor y nuestras presiones. Cuando queremos quejarnos, esperamos que todos comprendan y se compadezcan de nosotros. Esto no sucede cuando hay amor. No es necesario que las señales evidentes de angustia despierten de un sacudón al amor. Antes de que las preocupaciones y los problemas comiencen a asediar a tu cónyuge, el amor ya se ha puesto en acción. Discierne la carga que se comienza a acumular e interviene para ayudar porque el amor quiere que seas sensible con tu cónyuge. El amor se sacrifica. Te mantiene tan sintonizado con las necesidades de tu pareja que a menudo respondes sin que te lo pida. Y cuando no te das cuenta de antemano y tu cónyuge debe decirte lo que sucede, el amor va directamente al centro del problema.
Aun cuando la tensión de tu pareja se exterioriza en palabras de acusación personal, el amor demuestra compasión en lugar de ponerse a la defensiva. Te inspira a decir "no" a lo que quieres para decir "sí" a lo que tu cónyuge necesita. Es lo que hizo Jesús. "Puso su vida por nosotros" para mostrarnos que "debemos poner nuestras vidas" por los demás. Nos enseñó que el amor se hace evidente al ver una necesidad en los demás y hace todo lo que puede para satisfacerla. "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí" (Mateo 25:35-36). Esta es la clase de necesidades que deberías buscar en tu esposa o tu esposo. En lugar de andar enojado porque no te trata como crees que debería, deja que el amor te saque de la autocompasión y vuelva tu atención a las necesidades de tu cónyuge. ¿Tiene "hambre" (te necesita sexualmente, aún cuando no tengas ganas)? ¿Tiene "sed" (anhela el tiempo y la atención que pareces poder darle a todos los demás)? ¿Se siente como un "forastero" (inseguro en su trabajo, con la necesidad de que el hogar sea un refugio y un santuario)? ¿Está "desnudo" (necesitado de la cálida cobertura de tu afirmación amorosa)? ¿Se siente "enfermo" (con cansancio físico y con la necesidad de que lo ayudes a protegerse de las interrupciones)? ¿Se siente en una "prisión" (temeroso y deprimido, con la necesidad de algo de seguridad e intervención)?
El amor está dispuesto a sacrificarse para estar seguro de que des lo mejor de ti para satisfacer las necesidades de tu pareja. Cuando tu cónyuge se siente abrumado y con la soga al cuello, el amor te llama a que dejes de lado lo que parece esencial en tu propia vida para ayudar, aunque más no sea con el regalo de escuchar. A menudo, lo único que necesita es hablar de la situación. Necesita ver en tus ojos atentos que te importa de verdad lo que esto le cuesta y que quieres ayudarlo a buscar respuestas. Necesita que ores con él para saber qué hacer, y que estés pendiente de cómo van las cosas. Las palabras "¿Cómo puedo ayudarte?" deben estar siempre en tus labios. Quizá, la solución te resulte sencilla, o puede ser compleja y costosa, y requiera tiempo, energía y un gran esfuerzo. De cualquier manera, deberías hacer todo lo que puedas para satisfacer las verdaderas necesidades de la persona que es parte de tu ser. Después de todo, cuando la ayudas, también te ayudas a ti mismo. Es lo bueno de sacrificarte por tu cónyuge. Jesús lo hizo por nosotros. Y nos da la gracia para hacerlo por los demás. Cuando los creyentes del Nuevo Testamento comenzaron a caminar en amor, su vida juntos se caracterizaba por compartir las cosas y por el sacrificio. Su motivación era alabar al Señor y servir a su pueblo. "Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno" (Hechos 2:44-45), Como le dijo Pablo a una de estas iglesias más adelante: "Y yo muy gustosamente gastaré lo mío, y aún yo mismo me gastaré por vuestras almas" (2 Corintios 12:15). Las vidas que han sido resucitadas por el sacrificio de Jesús deberían estar listas y dispuestas a hacer sacrificios diarios para satisfacer las necesidades de los demás.
El desafío de hoy
¿Cuál es la mayor necesidad en la vida de tu cónyuge en este momento? ¿Puedes sacarle alguna necesidad de los hombros si haces un sacrificio audaz? No importa si la necesidad es grande o pequeña, proponte hacer lo que puedas para satisfacerla.
¿Qué parte del estrés de tu cónyuge se produce por tu falta de preocupación o de iniciativa?
Cuando expresaste tu deseo de ayudar, ¿cómo lo recibió?
¿Puedes cubrir alguna otra necesidad?
Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. (Galatas 6:2)
El Desafío del Amor. Día 27
09.10.2013 11:10
DÍA 27: EL AMOR ALIENTA
Guarda mi alma y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti me refugio. Salmo 25:20 El matrimonio tiende a alterar nuestra visión. Entramos con la expectativa de que nuestra pareja satisfaga nuestras esperanzas y nos haga felices; pero esto es imposible para nuestro cónyuge. Las expectativas poco realistas generan desilusión. Cuanto más altas sean tus expectativas, más probable será que tu cónyuge te falle y te cause frustración. Si una mujer espera que su esposo siempre llegue a tiempo, limpie lo que ensucia y comprenda todas sus necesidades, es probable que pase toda la vida de casada con desilusión. En cambio, si es realista y comprende que él es humano, olvidadizo y a veces desconsiderado, se alegrará más cuando sí sea responsable, amoroso y amable. El divorcio es casi inevitable cuando las personas no permiten que sus cónyuges sean humanos. Así que debe haber una transición en tu forma de pensar. Debes decidir vivir guiado por el aliento en lugar de las expectativas. Más allá de tu aliento amoroso y de la intervención de Dios, es probable que en el futuro, tu cónyuge sea igual a lo que ha sido durante los últimos diez años. El amor se concentra en la responsabilidad personal y en superarse en lugar de exigir más de los demás. Jesús lo explicó cuando habló sobre una persona que vio una "mota" en el ojo de su hermano pero no notó la "viga" del propio. "¿O cómo puedes decir a tu hermano: "Déjame sacarte la mota del ojo", cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano" (Mateo 7:4-5). ¿Tu cónyuge siente que vive con un inspector de motas? ¿Vive siempre nervioso o temeroso de no estar a la altura de tus expectativas? ¿Diría que la mayor parte de los días percibe tu desaprobación más que tu aceptación? Quizá, tu respuesta sería decir que el problema no es tuyo sino de tu cónyuge. Si en verdad falla en muchas áreas, ¿qué culpa tienes? Los dos deben hacer todo lo posible para que el matrimonio funcione. Si tu cónyuge no quiere que seas tan crítico, necesita darse cuenta de que las cuestiones que sacas a relucir son legítimas. No dices que eres perfecto, de ninguna manera, pero deberías poder decir lo que piensas. ¿No es así? El problema con esta clase de actitud es que pocas personas pueden responder a la crítica con completa objetividad. Cuando parece estar claro que alguien no está contento contigo (ya sea por una confrontación directa o por la aplicación de la ley del hielo) es difícil no tomar su desagrado en forma personal. En especial, en el matrimonio. Después de todo, a diferencia de cualquier otra amistad, cuando comenzó la relación con tu cónyuge, los dos hacían lo imposible por complacer al otro. Cuando eran novios, a tu pareja le cautivaba tu personalidad. Prácticamente, no podías equivocarte. Su vida juntos era mucho más sencilla. Y aunque tu expectativa no era que las cosas fueran así para siempre, por cierto que no imaginabas que tu cónyuge fuera tan pecador y que se enojara tanto contigo. Nunca pensaste que esta persona que prometió amarte pudiera llegar a un punto en el que pareciera que ni siquiera le gustas.
Así que cuando este marcado contraste se transforma en una viva realidad, tu reacción natural es poner resistencia. Al principio de la vida de casados quizá hayas estado dispuesto a escuchar y hacer pequeños cambios. Sin embargo, con el correr de los años, la desaprobación de tu cónyuge solo parece consolidar la tuya.
En lugar de lograr que corrijas las cosas, hace que quieras atrincherarte aún más. El amor es demasiado inteligente para eso. En lugar de colocar a tu cónyuge en una postura de rebelión, el amor te enseña a darle lugar para ser él mismo. Aún si eres una persona exigente, perfeccionista e inclinada a obtener resultados, el amor te llama a no proyectar tus exigencias en el desempeño de tu cónyuge. Debes darte cuenta de que el matrimonio es una relación para disfrutar y saborear en el camino de la vida. Es una amistad única diseñada por Dios mismo, en la cual dos personas viven juntas en imperfección pero la enfrentan alentándose mutuamente, en lugar de desalentarse. La Biblia dice: "Fortaleced las manos débiles y afianzad las rodillas vacilantes" (Isaías 35:3). "Anímense y edifíquense unos a otros [...] Estimulen a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos" (1 Tesalonicenses 5:11,14 NVT). ¿Acaso no quieres que la vida de casado sea un lugar en el que puedas disfrutar al expresarte con libertad y crecer dentro de un ámbito seguro en donde recibas aliento aún cuando fracases? Tu pareja también lo desea, y el amor le da ese privilegio. Si tu cónyuge te ha dicho más de una vez que lo haces sentir derribado y derrotado, es necesario que tomes en serio estas palabras. Comprométete a dejar de lado cada día las expectativas poco realistas y transfórmate en el mayor alentador de tu cónyuge. Y esa persona que Dios diseñó comenzará a surgir con una nueva confianza y amor por ti.
El desafío de hoy
Elimina de tu hogar el veneno de las expectativas poco realistas. Piensa en un área en la cual tu cónyuge te haya dicho que esperas demasiado, y dile que lamentas haberle exigido tanto. Prométele que intentarás comprenderlo y afírmale tu amor incondicional.
Cuando esperas demasiado de tu cónyuge en áreas en las cuales no tiene una motivación interior para superarse, ¿qué te dice eso sobre ti?
¿De qué maneras puedes manejar mejor estas discrepancias?
Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. (Hebreos 10:24)
El Desafío del Amor. Día 26
08.10.2013 12:38
DÍA 26: EL AMOR ES RESPONSABLE
Al juzgar a otros te condenas a ti mismo, pues haces precisamente lo mismo que hacen ellos. (Romanos 2:1 DHH) El día de hoy será difícil; pero si buscas la fortaleza y la sabiduría de Dios, podrás lograrlo. Si lo permites, este día podría ser un hito en tu matrimonio. Así que decide concentrarte en lo que el Señor puede estar diciéndote y proponte seguir su guía. Hoy nos referiremos a la responsabilidad personal Es algo que todos reconocemos que los demás deberían tener, pero que nosotros creemos tener. A las personas cada vez les cuesta más reconocer sus propios errores. Lo vemos en la política, Lo vemos en los negocios. Lo vemos en los titulares sobre los famosos. Sin embargo, no es solo un problema de los ricos y famosos. Para encontrar un ejemplo de alguien que tiene una excusa para cada acción, lo único que debemos hacer es mirarnos al espejo. Somos sumamente rápidos para justificar nuestras intenciones; sumamente rápidos para desviar la crítica; sumamente rápidos para criticar... en especial a nuestro cónyuge, a quien es siempre más fácil culpar.
En general, creemos que nuestra opinión es la correcta, o al menos, mucho más correcta que la de nuestro cónyuge, Y creemos que dadas las mismas circunstancias, cualquiera haría lo mismo en nuestro lugar. En lo que a nosotros respecta, hacemos lo mejor que podemos. Y nuestro cónyuge debería estar agradecido de que seamos tan buenos con él. Sin embargo, el amor no culpa a otro con tanta facilidad ni justifica las intenciones egoístas. No le importa demasiado su propio desempeño sino las necesidades de los demás. Cuando el amor se hace responsable de sus acciones, no lo hace para probar lo noble que has sido sino para admitir cuánto te falta por recorrer.
El amor no pone excusas. Se esfuerza por lograr un cambio: en ti y en tu matrimonio. Por eso, la próxima vez que estés en medio de una discusión con tu cónyuge, en lugar de mejorar tus respuestas, detente a ver si hay algo que valga la pena escuchar en lo que tu cónyuge dice. ¿Qué sucedería en tu relación si en lugar de culpar al otro, admitieras primero tus propios errores? Como dicen las Escrituras: "La reprensión aprovecha al inteligente más que cien azotes al necio" (Proverbios 17:10 RVR1995). El amor es responsable y está dispuesto a admitir y a corregir sus defectos y sus errores con franqueza. ¿Te haces responsable de esta persona a la cual elegiste como el amor de tu vida? ¿Buscas en forma intencional cubrir las necesidades de tu cónyuge? ¿O sólo te preocupa que él cubra las tuyas? El amor nos llama a hacernos responsables de nuestro compañero en el matrimonio. A amarlo. A honrarlo. A valorarlo. ¿Te haces cargo de tus propios errores? ¿Le has dicho o hecho algo a tu cónyuge (o a Dios) que esté mal? El amor procura una buena relación con Dios y con tu cónyuge, y así, se crea un marco para que las demás áreas se acomoden. Quizá pase un tiempo hasta que se cree en ti un verdadero corazón arrepentido. El orgullo se resiste mucho a la responsabilidad, pero la humildad y la sinceridad ante Dios y hacia tu cónyuge son cruciales para una relación saludable. Esto no significa que siempre estés equivocado y tu cónyuge siempre tenga la razón. No quiere decir que debas dejarte pisotear; pero si algo está mal entre tú y Dios o entre tú y tu cónyuge, debería ser tu prioridad.
"Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros" (1 Juan 1:8) Sin embargo, "si confesamos nuestros pecados, [Dios] es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). En primer lugar, confiesa tus áreas de pecado; entonces, estarás en una mejor posición para resolver las cosas con tu cónyuge. Para caminar con Dios y mantener su favor, debes permanecer limpio delante de ÉL no significa que nunca puedas tropezar, sino que debes confesárselo a Dios y pedirle perdón cuando actúes mal. ¿Tu cónyuge puede decir que lo has ofendido o herido de alguna manera y que nunca le pediste perdón? En parte, hacerse responsable es admitir cuando fracasas y pedir perdón. Es hora de humillarte, corregir tus ofensas y reparar el daño. Es un acto de amor. Dios no quiere asuntos pendientes entre ustedes. El problema es que para hacerlo con sinceridad debes tragarte el orgullo y buscar el perdón sin importar cómo responda tu cónyuge. Debería perdonarte, pero tu responsabilidad no depende de su decisión. Admitir tus errores es tu responsabilidad. Si te ha ofendido, él tendrá que lidiar con eso en otro momento. Pídele a Dios que te muestre en dónde has fracasado en tu responsabilidad, y arregla las cosas con Él primero. Cuando lo hayas hecho, es necesario que resuelvas los problemas con tu cónyuge. Quizá sea lo más difícil que hayas hecho jamás, pero es crítico para dar el próximo paso en tu matrimonio y con Dios. Si eres sincero, quizá te sorprenda la gracia y la fortaleza que Dios te concede al dar este paso.
El desafío de hoy
Separa tiempo para orar por las áreas en las que has obrado mal. Pídele perdón a Dios y luego humíllate lo suficiente como para confesárselas a tu cónyuge, hazlo con sinceridad. Pídele perdón a tu cónyuge también. Sin importar cómo responda, asegúrate de cumplir con tu responsabilidad en amor. Aún si responde con crítica, acéptala y recíbela como un consejo.
¿Qué necesita ver tu cónyuge para creer que tu confesión fue más que simples palabras?
Que cada uno examine su propia obra [...] solamente con respecto a sí mismo. (Gálatas 6:4)
El Desafío del Amor. Día 25
07.10.2013 15:59
DÍA 25: EL AMOR PERDONA
Lo que yo he perdonado, si algo he perdonado, lo hice por vosotros en presencia de Cristo. (2 Corintios 2:10) Este desafío es difícil... quizá el más difícil del libro. Pese a esto, si quieres que tu matrimonio tenga esperanza, es necesario tomarlo con absoluta seriedad. Los terapeutas y los pastores que trabajan en forma regular con parejas deshechas, te dirán que es el problema más complejo de todos, una ruptura que a menudo es la última en repararse. No se puede solo considerar el perdón, sino que hay que ponerlo en práctica en forma deliberada. Si no hay perdón, no habrá un matrimonio exitoso. Jesús pintó una imagen viva del perdón en su parábola del siervo desagradecido. Un hombre que debía una suma considerable de dinero se sorprendió cuando su amo escuchó su pedido de misericordia y canceló su deuda por completo. Sin embargo, una vez que lo liberaron de esta gran carga, el siervo hizo algo de lo más inesperado: fue a ver a otro hombre que le debía una suma mucho menor y exigió que se la pagara de inmediato. Cuando el amo se enteró, el acuerdo con el esclavo cambió en forma radical. "Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía" (Mateo 18:34). Un día que había comenzado con alegría y alivio terminó con pena y desesperanza. Tortura. Prisión. Cuando piensas en la falta de perdón, esto bebería venirte a la mente, porque Jesús dijo: "Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano" (Mateo 18:35).
Imagina que te encuentras en una cárcel. Al mirar a tu alrededor, puedes visualizar varias celdas desde donde estás. Allí, ves personas de tu pasado que están encarceladas: personas que te hirieron cuando eras pequeño. Ves a los que una vez fueron tus amigos pero que en algún momento de la vida fueron injustos contigo. Quizá, veas a tus padres allí, tal vez a algún hermano o hermana o algún otro miembro de la familia. Aún tu cónyuge está encerrado allí cerca, atrapado con los demás en esta cárcel de tu imaginación. Como verás, esta prisión es una habitación de tu propio corazón, Esta cámara oscura, fría y deprimente existe en tu interior todos los días. Sin embargo, no demasiado lejos, Jesús está allí parado, y te ofrece una llave que puede liberar a todos los presos. No. No quieres saber nada con eso. Estas personas te hirieron demasiado. Sabían lo que hacían y sin embargo lo hicieron... incluso tu cónyuge, la persona en la que más deberías de haber podido confiar. Así que te resistes y te vas. No quieres permanecer más allí. Ver a Jesús, ver la llave en su mano, saber lo que te está pidiendo que hagas..., es demasiado. Cuando intentas escapar, descubres algo alarmante: No hay una salida, estás atrapado adentro con los demás presos. Tu falta de perdón, tu enojo y tu amargura te han transformado en prisionero a ti también. Al igual que el siervo de la historia de Jesús, al cual le perdonaron una deuda imposible, has elegido no perdonar y te han entregado a los carceleros y los verdugos. Ahora, tu libertad depende de tu perdón.
En general, llegar a esta conclusión nos lleva un tiempo, Vemos que perdonar supone toda clase de peligros y riesgos. Por ejemplo, lo que estas personas hicieron estuvo realmente mal, lo admitan o no. Quizá, ni siquiera estén arrepentidos. Tal vez sientan que sus acciones están perfectamente justificadas, y hasta lleguen a culparte a ti. Sin embargo, el perdón no absuelve a nadie de la culpa. No quedan a cuentas con Dios. Simplemente, te libera de tener que preocuparte de su castigo. Cuando perdonas a alguien, no lo liberas. Se lo entregas a Dios, con quien puedes contar para que se encargue de esa persona a su manera. Te ahorras el problema de preparar más discusiones o de intentar imponerte en esta situación. Ya no se trata de ganar o perder. Se trata de la libertad. Se trata de soltar. Por eso, a menudo escuchas que las personas que han perdonado de verdad dicen: "Parece que me hubieran quitado un peso de encima". Sí, es exactamente eso. Es como una bocanada de aire refrescante que entra a tu corazón. La fría oscuridad de la prisión se inunda de luz y frescura. Por primera vez en mucho tiempo, te sientes en paz. Te sientes libre. ¿Pero cómo lo logras? Le entregas al Señor tu enojo y la responsabilidad de juzgara esta persona. "Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: "Mía es la venganza, yo pagaré", dice el Señor" (Romanos 12:19). ¿Cómo sabes que lo has hecho? Lo sabes cuando al pensar en su nombre o al ver su rostro hace que sientas lástima por ellos, en lugar de hacer que te hierva la sangre; hace que los compadezcas, que en verdad esperes que cambien. Podría decirse mucho más y quizá debas luchar con muchísimas cuestiones emocionales para lograrlo; pero los matrimonios excelentes no están formados por personas que nunca se hieren, sino por gente que "no toma en cuenta el mal recibido" (1 Corintios 13:5).
El desafío de hoy
Hoy mismo, perdona cualquier cosa que no le hayas perdonado a tu cónyuge. Suéltalo. De la misma manera en que le pedimos a Jesús que perdone nuestras deudas cada día, debemos pedirle que nos ayude a perdonar a nuestros deudores cada día. La falta de perdón los ha mantenido a ti y a tu cónyuge encarcelados durante mucho tiempo. Desde tu corazón, di: "elijo perdonar".
¿Por qué perdonaste a tu cónyuge hoy?
¿Cuánto tiempo llevaste a cuestas ese peso?
Ahora que le entregaste esta cuestión a Dios, ¿qué posibilidades se te presentan?
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lucas 23:34)
El Desafío del Amor. Día 24
04.10.2013 16:06
DÍA 24: EL AMOR EN OPOSICIÓN A LA LUJURIA
El mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:17) Adán y Eva tenían todo lo que necesitaban en el jardín del Edén. Tenían comunión con Dios e intimidad entre ellos. A pesar de esto, cuando a Eva la engañó la serpiente, vio el fruto prohibido y lo deseó con todo su corazón. Poco tiempo después, Adán participó de sus deseos y, en contra del mandamiento de Dios, los dos comieron. Así es la evolución: Desde los ojos al corazón y luego a la acción. Después, vienen la vergüenza y el arrepentimiento. Nosotros también tenemos todo lo que necesitamos para una vida plena, productiva y enriquecedora. "Nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él" (1 Timoteo 6:7). La Biblia va más allá y dice que deberíamos contentarnos con tenerla comida y la vestimenta esencial. Y Jesús prometió que estas dos cuestiones nunca les faltarían a los hijos de Dios (Mateo 6:25-33). Sin embargo, las bendiciones de Dios sobrepasan tanto estas necesidades básicas que podríamos decir que no nos falta nada. Aún así, al igual que Adán y Eva, queremos más. Así que ponemos los ojos y el corazón en la búsqueda del placer mundano. Intentamos satisfacer necesidades legítimas de maneras ilegítimas. Muchos buscan satisfacción sexual en otra persona o en imágenes pornográficas diseñadas para que se parezcan a una persona real. Miramos, clavamos los ojos y fantaseamos. Intentamos ser discretos pero apenas si apartamos la vista. Y una vez que la curiosidad está en nuestros ojos, el corazón se enreda. Entonces, actuamos en función de nuestra lujuria. También podemos codiciar posesiones, poder o tener una ambición orgullosa. Vemos lo que tienen los demás y lo queremos. Nuestro corazón se engaña y piensa: "Si sólo tuviera esto podría ser feliz". Entonces, tomamos la decisión de conseguirlo. "Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición" (1 Timoteo 6:9). La lujuria se opone al amor. Significa desear con pasión algo prohibido. Y en el caso de un creyente, es el primer paso para salir de la comunión con el Señor y con los demás. Esto se debe a que cada objeto de tu lujuria (ya sea un joven compañero de trabajo o una actriz, codiciar una casa de medio millón de dólares o un auto deportivo) representa el comienzo de una mentira. La persona o la cosa que parece prometer una satisfacción absoluta se asemeja más a un pozo sin fondo de anhelos insatisfechos. La lujuria siempre genera más lujuria. "¿Por qué hay enemistades y riñas entre ustedes? ¿Será que en el fondo del alma tienen un ejército de malos deseos?" (Santiago 4:1 BAD, paráfrasis). La lujuria logra que estés descontento con tu cónyuge. Genera enojo, adormece el corazón y destruye los matrimonios. Lleva a la desolación en lugar de a la plenitud. Es hora de desenmascarar a la lujuria y mostrar qué es en verdad: una sed equivocada de satisfacción que solo Dios puede saciar. La lujuria es como una luz de advertencia en el tablero de mandos de tu corazón, que te alerta si no estás permitiendo que el amor de Dios te llene. Cuando tienes los ojos y el corazón puestos en Él, tus acciones te guiarán a un gozo duradero en lugar de a ciclos interminables de reproche y condenación.
"Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia" (2 Pedro 1:3-4). ¿Estás cansado de que la lujuria te mienta? ¿Estás harto de creer que los placeres prohibidos pueden mantenerte feliz y contento? Entonces, comienza a poner tus ojos en la Palabra de Dios. Deja que sus promesas de paz y libertad se abran paso en tu corazón. A diario, recibe el amor incondicional que Él ya te ha probado por medio de la cruz. Concéntrate en ser agradecido por todo lo que Dios ya te dio en lugar de elegir el descontento. Descubrirás que lo que Él provee te llena tanto que ya no necesitas la comida chatarra de la lujuria. Y mientras tanto, vuelve a poner los ojos y el corazón en tu cónyuge. "Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud [...] Su amor te embriague para siempre. ¿Por qué has de embriagarte, hijo mío, con una extraña, y abrazar el seno de una desconocida? Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del Señor, y Él observa todos sus senderos" (Proverbios 5:18-21). "No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2:15). La lujuria es lo mejor que este mundo tiene para ofrecer, pero el amor te ofrece la mejor vida del mundo.
El desafío de hoy
Ponle fin ahora. Identifica todo objeto de lujuria en tu vida y quítalo. Distingue cada mentira que has tragado al buscar el placer prohibido y recházala. No se puede permitir que la lujuria viva en una habitación trasera. Hay que matarla y destruirla (hoy mismo) y reemplazarla con las promesas de Dios y con un corazón lleno de su amor perfecto. ¿Qué área de lujuria identificaste?
¿Qué precio te ha hecho pagar con el tiempo?
¿Cómo te ha alejado de la persona que quieres ser?
Escribe sobre tu nuevo compromiso de buscar a Dios (y a tu cónyuge) en lugar de ir detrás de deseos insensatos.
Andad como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad. (1º Pedro 2:16)
El Desafío del Amor. Día 23
03.10.2013 11:18
DÍA 23: EL AMOR SIEMPRE PROTEGE
[El que ama] defiende con firmeza, 1 Corintios 13.7 (BAD, paráfrasis) Muchas cuestiones conforman el matrimonio; entre ellas, las alegrías, las penas, los logros y los fracasos. Sin embargo, cuando piensas cómo quieres que sea el matrimonio, lo último que se te ocurre es un campo de batalla. No obstante, deberías estar más que dispuesto a pelear algunas para proteger a tu cónyuge. Por desgracia, tu matrimonio tiene enemigos exteriores. Vienen en distintas formas y utilizan distintas estrategias, pero sin dudas, conspirarán para destruir tu relación a menos que sepas cómo protegerte. Algunos enemigos son inteligentes y parecen atractivos, pero debilitan el amor y el aprecio entre ustedes. Otros, intentan alejar tu corazón de tu cónyuge, proporcionándote fantasías dañinas y comparaciones poco realistas. Es una batalla que debes pelear para proteger tu matrimonio: una batalla en la cual el amor se coloca la armadura y toma una espada para defender lo que le pertenece. Tu cónyuge y tu matrimonio necesitan tu protección constante de obstáculos como estos: Las influencias dañinas. ¿Permites que ciertos hábitos envenenen tu hogar? Internet y la televisión pueden ser adquisiciones productivas y placenteras para tu vida, pero también pueden proveer un contenido destructivo y quitarle preciosas horas a tu familia. Lo mismo sucede con los horarios de trabajo que los mantienen separados durante una cantidad de tiempo poco saludable. No puedes proteger tu hogar si casi nunca estás; tampoco si estás desconectado de la relación. Debes luchar para mantener el equilibrio. Las relaciones poco saludables. No todos tienen lo necesario para ser buenos amigos. No todos los hombres con los que cazas y pescas hablan con prudencia en lo que se refiere a cuestiones del matrimonio. No todas las mujeres con las que te juntas a almorzar tienen una buena perspectiva con respecto al compromiso y las prioridades. A decir verdad, cualquier persona que socave tu matrimonio no merece recibir el título de "amigo". Y por cierto, debes estar siempre alerta y no permitir que las relaciones con el sexo opuesto en el trabajo, el gimnasio e incluso en la iglesia te alejen, en el ámbito emocional, de la persona a la que ya le diste tu corazón. La vergüenza. Todos sienten algo de inferioridad y debilidad. Y como el matrimonio deja todo al descubierto tanto para ti como para tu cónyuge, es necesario que protejas la vulnerabilidad de tu esposo o esposa y nunca hables en forma negativa sobre tu cónyuge en público. Sus secretos son tus secretos (a menos, por supuesto, que presuman conductas destructivas que te pongan a ti, a tus hijos o a tu pareja en grave peligro). Por lo general, el amor esconde las fallas de los demás. Cubre su vergüenza. Los parásitos. Cuidado con los parásitos. Un parásito es cualquier ente que se te prenda a ti o a tu cónyuge y le quite la vida a tu matrimonio. En general, tienen la forma de alguna adicción, como los juegos de azar, las drogas o la pornografía. Prometen placer pero crecen como una enfermedad y consumen más y más tus pensamientos, tu tiempo y tu dinero. Les roban tu lealtad y tu corazón a las personas que amas. Los matrimonios casi nunca sobreviven si hay parásitos. Si amas a tu cónyuge, debes destruir cualquier adicción que tenga control sobre tu corazón. Si no lo haces, te destruirá.
La Biblia habla sin rodeos acerca de esta función protectora, a menudo mediante el uso de la analogía de un pastor. Dios advirtió:
"Mi rebaño se ha convertido en presa [...] en alimento para todas las fieras del campo". ¿Cómo? "Por falta de pastor". No porque estos hombres fueran demasiado débiles para cumplir con su tarea, sino porque no prestaban atención. En lugar de vigilar para asegurarse de que los predadores no robaran ovejas, "los pastores se han apacentado a sí mismos y no han apacentado mi rebaño" (Ezequiel 34:8). Atendían sumamente bien sus necesidades y apetitos pero no se ocupaban demasiado de la seguridad de los que estaban bajo su cuidado. Esposa: tienes la función de protectora de tu matrimonio. Debes guardar tu corazón y no dejar que se aleje con las novelas, las revistas y otras formas de entretenimiento que empañan tu percepción de la realidad y le imponen expectativas injustas a tu esposo. En cambio, debes hacer tu parte para ayudarlo a sentirse fuerte, mientras evitas las fantasías televisivas que pueden alejar tu corazón de tu familia. "La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la derriba" (Proverbios 14:1). Esposo: Eres la cabeza de tu hogar. Eres el responsable ante Dios de proteger la puerta y mantenerte firme contra cualquier cosa que amenace a tu esposa o a tu matrimonio. No es una tarea insignificante. Requiere un corazón valiente y una mente de acción preventiva. Jesús dijo: "Si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa" (Mateo 24:43). Este es tu papel. Tómalo en serio.
El desafío de hoy
Quita todo obstáculo para la relación, cualquier adicción o influencia que te robe sentimientos y aleje tu corazón de tu cónyuge.
¿De qué te deshiciste primero?
¿Necesitas quitar más cosas?
¿Qué esperas lograr en tu vida, en tu matrimonio y en tu relación con Dios al quitar estos obstáculos?
Serás restaurado [...] si alejas de tu tienda la injusticia. (Job 22:23
El Desafío del Amor. Día 22
02.10.2013 18:02
DÍA 22: EL AMOR ES FIEL
Te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás al Señor. (Oseas 2:20) Como cristianos, el amor es el fundamento de toda nuestra identidad. Nuestro renacimiento espiritual sucedió porque "de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). Jesús declaró que el mandamiento más importante es "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón [...] ni alma [...] tu fuerza [...] tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo" (Lucas 10:27). Las personas deben distinguirnos como discípulos de Cristo por el amor que tenemos unos por otros (Juan 13:35). Nuestra existencia está arraigada y cimentada en amor (Efesios 3:17) y este amor debe expresarse con pasión y fervor (1 Pedro 4:8). Es una cualidad en la que debiéramos "abundar" más y más (1 Tesalonicenses 3:12), progresar en ella y dejar que cada vez nos defina mejor. Así que si fuimos creados para comunicar amor, ¿qué haces cuando alguien rechaza tu amor? ¿Qué haces cuando la persona a la que le entregaste tu vida deja de aceptar el amor que eres llamado a dar? El relato del profeta Oseas en la Biblia es asombroso. Contra toda lógica y decoro, Dios le ordenó que se casara con una prostituta. Quiso que el matrimonio de Oseas mostrara cómo era el amor incondicional del Cielo hacia nosotros. La unión de Oseas con Gomer produjo tres hijos pero, como era de esperar, esta mujer no se conformó siéndole fiel a un solo hombre. Así que Oseas tuvo que lidiar su corazón roto y con la vergüenza del abandono. La amó, pero ella rechazó su amor. Se habían acercado, ella fue desleal y adúltera y lo rechazó por la lujuria de completos extraños. El tiempo pasó y Dios volvió a hablarle a Oseas. Le dijo que fuera y reafirmara su amor por esta mujer que le había sido infiel muchas veces. Esta vez, ella había llegado a un nivel aún más bajo y Oseas tuvo que rescatarla de la esclavitud, pero pagó el precio de su redención y la llevó a su casa. Es cierto, ella había despreciado su amor. Había traicionado su corazón. Sin embargo, él volvió a recibirla en su vida y le expresó un amor incondicional. Es una historia verdadera, pero se utilizó como una imagen del amor de Dios hacia nosotros. Él nos colma de su favor aunque muchas veces no le prestamos atención. En ocasiones, hemos actuado de manera vergonzosa y hemos considerado su amor como una intrusión, como si nos impidiera obtener lo que de verdad queremos. Lo hemos rechazado de muchas formas (aun luego de recibir su regalo de salvación eterna), y sin embargo, sigue amándonos. Sigue siendo fiel. No obstante, su amor no evita que nos pida cuentas de nuestros malos tratos hacia Él. A menudo, pagamos un precio más alto por nuestro rechazo del que nos damos cuenta. Y sin embargo, elige responder con gracia y misericordia. "En Él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7). En Dios vemos el modelo de lo que hace el amor rechazado: permanece fiel. Jesús nos llamó a esta clase de amor en el pasaje conocido como el Sermón del Monte. Dijo: "Amad a vuestros enemigos; naced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan" (Lucas 6:27-28). "Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo" (Lucas 6:32-33).
Amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos" (Lucas 6:35). Desde la posición estratégica del altar de tu boda, nunca hubieras soñado que esa persona con la cual te casaste se transformaría en una especie de "enemigo", alguien a quien tendrías que amar casi como un acto de completo sacrificio. Y sin embargo, demasiadas veces en el matrimonio, la relación se reduce a ese nivel. Aún al punto de la traición o, tristemente, de la infidelidad. Para muchos es el comienzo del final. La respuesta de algunas personas es pasar rápidamente a un divorcio trágico. Otros, por proteger más su reputación que su propia felicidad, deciden mantener la farsa en pie. Sin embargo, no tienen intención de adaptarse a la situación... mucho menos, de volver a amar al otro. No obstante, este no es el modelo del seguidor de Cristo. Si el amor debe ser como el de JÉ1, debe amar aún cuando sus intentos de acercamiento son rechazados. Y para que tu amor sea así, debes tener el amor de Dios en primer lugar. Puedes darle amor inmerecido a tu cónyuge porque Dios te dio amor inmerecido a ti, repetidas veces y en forma duradera. A menudo, los que menos lo merecen son los que más reciben expresiones de amor. Pídele que te llene con la clase de amor que sólo Él puede proveer, y luego proponte dárselo a tu pareja de una manera que refleje tu gratitud a Dios por amarte. Es lo bueno del amor redentor. Es el poder de la fidelidad.
El desafío de hoy
El amor es una decisión, no un sentimiento. Es una acción que se pone en marcha, no un acto reflejo. Hoy mismo, elige comprometerte con el amor aún si a tu cónyuge ya casi no le interesa recibirlo. Dile hoy con palabras parecidas a estas: "te amo. Elijo amarte aún si no me retribuyes".
¿Por qué es imposible esta clase de amor si el amor de Cristo no palpita en tu corazón?
¿De qué manera su presencia en tu vida te capacita para amar, aunque sea en forma unilateral?
He optado por el camino de la fidelidad. (Salmo 119:30 NVI)
El Desafío del Amor. Día 21
01.10.2013 12:58
DÍA 21: EL AMOR SE SACIA EN DIOS
El Señor te guiará continuamente, saciará tu deseo. (Isaías 58:11) El día 20 fue de vital importancia para el desafío de este libro... y para tu vida. Te enfrentaste cara a cara con la necesidad manifiesta de todo corazón humano. Y quizá, por primera vez, reconociste lo personal que es esta necesidad. Tal vez te hayas dado cuenta de que en tu caja de herramientas con talentos y recursos, nada podía reparar el daño que deja el pecado, y que Jesús es el único que puede proveer lo que te falta. Si lo recibiste por fe y le entregaste tu vida para que Él la administre y la guíe, entonces su Espíritu Santo está renovando tu corazón. Su sabiduría, su gracia y su poder ahora pueden liberarse en todo lo que hagas; incluyendo nada menos que tu matrimonio. Sin importar si es algo nuevo para ti o si sigues a Jesús hace bastante tiempo, es hora de que afirmes algo en tu mente: necesitas a Dios todos los días. No se trata de una propuesta de medio tiempo. Solo Él puede saciar, aunque todo lo demás te falle. Quizá tu esposo llegue tarde a casa una vez más; pero Dios siempre llegará a tiempo. Tal vez tu esposa te decepcione una vez más; pero puedes estar seguro de que Dios siempre cumplirá sus promesas. Todos los días tienes expectativas de tu cónyuge. A veces, las cumple. A veces no. Sin embargo, nunca podrá satisfacer por completo todas tus exigencias... en parte, porque algunas de tus exigencias son irracionales y en parte porque tu cónyuge es humano.
Sin embargo, Dios no lo es. Y los que acuden a Él cada día con una total dependencia para que satisfaga las necesidades reales de su vida son los que descubren que en verdad se puede depender de ÉL.
¿Acaso tu cónyuge puede darte paz interior? No; pero Dios sí. "Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús" (Filipenses 4:6-7). ¿Acaso tu cónyuge puede lograr que estés satisfecho sin importar lo que la vida arroje a tu paso? No; pero Dios sí puede. "En todo y por todo he aprendido el secreto [...] de estar saciado [...J Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). En tu vida, hay necesidades que solo Dios puede satisfacer por completo. Aunque tu esposo o esposa puede saciar algunas de estas necesidades (al menos, de vez en cuando) solo Dios puede saciarlas todas: Tu necesidad de amor, tu necesidad de aceptación, tu necesidad de gozo. Es hora de renunciar a depender de alguien o algo para funcionar y sentirte realizado todo el tiempo. Solo Dios puede hacerlo, a medida que aprendas a depender de Él; pero quiere hacerlo a su manera, "Mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19). Hay una necesidad real de amor, paz y suficiencia. Nadie dice que no deberías tenerla; pero en lugar de conectarte a cosas que, en el mejor de los casos, son inestables y que están sujetas a cambios (tu salud, tu dinero, incluso el afecto y las mejores intenciones de tu pareja), conéctate a Dios. Es lo único en tu vida que nunca cambia. Su fidelidad, su verdad y las promesas para sus hijos siempre permanecerán. Por eso necesitas buscarlo todos los días.
Nuestra única razón para no hacerlo es que en realidad no confiamos en Dios para que provea lo que necesitamos.
Sin embargo, la Biblia dice: "Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón" (Salmo 37:4). Cuando lo buscamos primero, lo amamos primero y transformamos nuestra relación con Él en la prioridad principal, Él promete proveernos lo que en verdad necesitamos... y en realidad, Dios es lo único que hace falta para saciarnos. Una vez, Jesús habló con una mujer samaritana junto a un pozo; ella había intentado satisfacer sus necesidades por medio de una serie de relaciones fallidas. Con su vida y su cántaro vacíos, había llegado a este lugar quebrantada y endurecida, pero aún así con una necesidad desesperada. Sin embargo, en Cristo encontró lo que Él llamó "agua viva" (Juan 4:10); una provisión abundante que no era solo para saciar su sed temporal. Lo que Jesús le ofreció de beber fue una refrescante y permanente satisfacción del alma. Y es lo que está a tu disposición cada mañana al amanecer y cada noche antes de acostarte, sin importar quién sea tu cónyuge o lo que te haya hecho. Dios es tu provisión diaria de todo lo que necesitas.
El desafío de hoy
En forma intencional, aparta tiempo para orar y leer la Biblia. Intenta leer un capítulo de Proverbios cada día (hay 31 capítulos: la provisión para un mes), o leer un capítulo de los evangelios (mateo, marcos, Lucas y Juan). Cuando lo hagas, sumérgete en el amor y las promesas que Dios tiene para ti. Esto te hará crecer más en tu caminar con él.
¿Cómo crees que pasar tiempo a diario con Dios cambiará tu situación y tu perspectiva?
¿Cómo puedes incluir más a Dios en tu día?
Abres tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente. (Salmo 145:16
Los lenguajes del amor. Semana dos, día lunes.
30.09.2013 19:08
Semana 2
Génesis 26—28
Próximo devocional: p. 24
Lunes Placer
Lectura bíblica: Génesis 18:1-15
Génesis 18 recopila el anuncio que cambiaría la vida de Abraham y Sara. El mensajero
de Dios les anunció que iban a tener un hijo. Una idea maravillosa, ¡pero Abraham
tenía cien años, y Sara noventa! Cuando Sara escuchó el mensaje, se rió y dijo: “¿Cómo
podría una mujer acabada como yo disfrutar semejante placer, sobre todo cuando mi
señor —mi esposo— también es muy viejo?”.
La primera respuesta de Sara no fue al milagro del hijo, sino al placer físico. La palabra
hebrea traducida “placer” se usa solo aquí en el Antiguo Testamento. Sara está pensando
en la experiencia placentera del acto sexual. Aunque la química de su cuerpo no era lo
que solía ser, no era demasiado vieja para recordar que era una experiencia placentera.
El Cantar de los Cantares está repleto de ilustraciones del placer del aspecto sexual
del matrimonio (ver 6:1-9; 7:1-10). Aunque el simbolismo podría ser extraño para nuestra
cultura, el propósito está claro: los cónyuges están destinados a disfrutar el uno del otro.
Uno de los deseos del amor es dar placer al ser amado. Por lo tanto, la relación sexual
dentro del matrimonio llega a ser una expresión muy significativa del amor. Es una de
las voces más fuertes del amor. El esposo debe causar “placer” a su esposa, y la esposa
debe causar “placer” a su esposo. Es en la abnegación mutua que el amor encuentra su
máxima expresión.
Reflexión y estudio
Conversa y reflexiona con tu cónyuge sobre estas preguntas:
• ¿Por qué es bueno el placer sexual?
• ¿Qué relación tiene el placer sexual con el amor?
• ¿Cómo puedes hablar de sexo abiertamente con tu cónyuge y causarse placer
el uno al otro?
Medita en estos pasajes para un estudio adicional sobre el sexo: Proverbios 5:19;
Cantar de los Cantares 7:1-10; 1 Corintios 7:1-7.
. Guía de oración ,
Pide a Dios que te dé una perspectiva positiva acerca del sexo, como una hermosa
expresión de amor dentro del matrimonio y como una oportunidad de causar es el pacto que tú y tus descendientes deben
cumplir: todo varón entre ustedes debe ser circuncidado.
11 Debes cortar la carne del prepucio
como señal del pacto entre tú y yo. 12 De generación
en generación, todo varón debe ser circuncidado
al octavo día de su nacimiento. Esto
incluye no solamente a los miembros de tu familia
sino también a los siervos nacidos en tu casa
y a los siervos extranjeros que hayas comprado.
13 Todos deben ser circuncidados. Llevarán en
su cuerpo la marca de mi pacto eterno. 14 Todo
varón que no sea circuncidado será excluido de
la familia del pacto por romper el pacto».
De Sarai a «Sara»
15 Entonces Dios le dijo a Abraham: «Con respecto
a Sarai, tu esposa, su nombre no será más
Sarai. A partir de ahora, se llamará Sara.* 16 Y yo
la bendeciré, ¡y te daré un hijo varón por medio
de ella! Sí, la bendeciré en abundancia, y llegará
a ser la madre de muchas naciones. Entre sus
descendientes, habrá reyes de naciones».
17 Entonces Abraham se postró hasta el suelo,
pero se rió por dentro, incrédulo. «¿Cómo podría
yo ser padre a la edad de cien años? —pensó—.
¿Y cómo podrá Sara tener un bebé a los noventa
años?». 18Así que Abraham le dijo a Dios:
—¡Que Ismael viva bajo tu bendición especial!
19 Pero Dios le respondió:
—No. Sara, tu esposa, te dará a luz un hijo. Le
pondrás por nombre Isaac,* y yo confirmaré
mi pacto con él y con sus descendientes como
pacto
eterno. 20 Con respecto a Ismael, también
a él lo bendeciré, tal como me has pedido. Haré
que sea muy fructífero y multiplicaré su descendencia.
Llegará a ser padre de doce príncipes, y
haré de él una gran nación; 21 pero mi pacto se
confirmará con Isaac, quien nacerá de ti y de
Sara dentro de un año.
22 Cuando Dios terminó de hablar, dejó a
Abraham.
23 Ese mismo día, Abraham tomó a su hijo
Ismael, y a todos los varones de su casa, tanto
los que habían nacido allí como los que había
comprado; y los circuncidó cortándoles el prepucio,
tal como Dios le había dicho. 24Abraham
tenía noventa y nueve años cuando fue circuncidado,
25 y su hijo Ismael tenía trece. 26 Tanto
Abraham como su hijo Ismael fueron circuncidados
ese mismo día, 27 y también los demás
varones de la casa, los nacidos allí y los comprados
como siervos. Todos fueron circuncidados
junto con él.
Sara recibe la promesa de un hijo
18 El Señor se le apareció otra vez a Abraham
cerca del robledo que pertenecía a Mamre.
Un día, Abraham estaba sentado en la entrada de
su carpa a la hora más calurosa del día. 2 Entonces
levantó la vista y vio a tres hombres de pie cerca de
allí. Cuando los vio, corrió a recibirlos,
y se inclinó
hasta el suelo en señal de bienvenida.
3 —Mi señor —dijo él—, si le agrada, deténgase
aquí un rato. 4 Descansen bajo la sombra de este
árbol mientras les traen agua para lavarse los
pies. 5 Ya que han honrado a su siervo con esta
visita, permítanme prepararles comida para que
recobren fuerzas antes de continuar su viaje.
—Está bien —dijeron ellos—. Haz lo que dijiste.
6 Entonces Abraham volvió corriendo a la carpa
y le dijo a Sara: «¡Apresúrate! Toma tres medidas
abundantes* de la mejor harina que tengas, amásala
y hornea pan». 7 Luego Abraham corrió hacia
el rebaño, escogió un becerro tierno
y se lo dio a
su siervo, quien lo preparó
con rapidez.
8 Cuando
la comida estuvo lista, Abraham tomó yogur* y
leche
junto con la carne asada, y sirvió la comida
a los hombres. Mientras ellos comían, Abraham
los atendía bajo la sombra de los árboles.
9 —¿Dónde está Sara, tu esposa? —preguntaron
los visitantes.
—Está dentro de la carpa —contestó Abraham.
10 Entonces uno de ellos dijo:
—Yo volveré a verte dentro de un año, ¡y tu
esposa,
Sara, tendrá un hijo!
Sara escuchaba la conversación desde la
carpa.
11Abraham y Sara eran muy ancianos
en ese tiempo, y hacía mucho que Sara había
pasado
la edad de tener hijos. 12Así que se rió
en silencio dentro de sí misma, y dijo: «¿Cómo
podría
una mujer acabada como yo disfrutar
semejante placer, sobre todo cuando mi señor
—mi esposo— también es muy viejo?».
13 Entonces el Señor le dijo a Abraham:
—¿Por qué se rió Sara y dijo: “¿Acaso puede
una mujer vieja como yo tener un bebé?”?
14 ¿Existe algo demasiado difícil para el Señor?
Regresaré dentro de un año, y Sara tendrá un hijo.
15 Sara tuvo miedo, por eso lo negó:
—Yo no me reí.
Pero el Señor dijo:
—No es cierto, sí te reíste.
Abraham intercede por Sodoma
16 Después de haber comido, los hombres se
levantaron y miraron hacia Sodoma. Cuando
salieron, Abraham caminó un tramo con ellos
para despedirlos.
17 «¿Ocultaré mis planes a Abraham? —dijo
el Señor—. 18 Pues Abraham sin duda llegará a
formar una nación grande y poderosa, y todas
las naciones de la tierra serán bendecidas por
medio
de él. 19 Yo lo escogí a fin de que él ordene
a sus hijos y a sus familias
que se mantengan en
el camino
del Señor haciendo lo que es correcto
y justo. Entonces yo haré por Abraham todo lo
que he prometido».
20Así que el Señor le dijo a Abraham:
—He oído un gran clamor desde Sodoma
y Gomorra, porque su pecado es muy grave.
21 Bajaré para ver si sus acciones son tan perversas
como he oído. Si no es así, quiero saberlo.
22 Los otros hombres se dieron la vuelta y se
dirigieron a Sodoma, pero el Señor se quedó
con Abraham. 23Abraham se le acercó y dijo:
—¿Destruirás tanto al justo como al malvado?
24 Supongamos que encuentras cincuenta personas
justas en la ciudad, ¿aun así la destruirás y no
la perdonarás por causa de los justos? 25 Seguro
que tú no harías semejante cosa: destruir al
justo
junto con el malvado. ¡Pues estarías tratando
al justo y al malvado exactamente de la misma
manera!
¡Sin duda, tú no harías eso! ¿Acaso el
Juez de toda la tierra no haría lo que es correcto?
26 Y el Señor contestó:
—Si encuentro cincuenta personas justas en
Sodoma, perdonaré a toda la ciudad por causa
de ellos.
27 Entonces Abraham volvió a hablar:
—Ya que he comenzado, permíteme decir
algo más a mi Señor, aunque no soy más que
polvo y cenizas. 28 Supongamos que hubiera
solo cuarenta y cinco justos en vez de cincuenta.
¿Destruirás toda la ciudad aunque falten cinco?
El Señor le dijo:
—No la destruiré si encuentro cuarenta y
cinco
justos allí.
29 Entonces Abraham insistió en su petición:
—¿Supongamos que hubiera solamente
cuarenta?
El Señor le contestó:
—No la destruiré por causa de esos cuarenta.
30 —Por favor, no te enojes, mi Señor —ro–
gó Abraham—. Permíteme seguir hablando.
¿Supongamos que se encontraran solamente
treinta justos?
El Señor le contestó:
—No la destruiré si encuentro treinta.
31 Entonces Abraham dijo:
—Dado que me he atrevido a hablar al Señor,
permíteme continuar. ¿Supongamos que hay
solamente
veinte?
El Señor le contestó:
—Entonces no la destruiré por causa de esos
veinte.
32 Finalmente, Abraham dijo:
—Señor, por favor, no te enojes conmigo si
hablo
una vez más. ¿Y si hubiera tan solo diez?
Y el Señor contestó:
—Entonces no la destruiré por causa de esos
diez.
33 Cuando el Señor terminó la conversación
con Abraham, siguió su camino, y Abraham
regresó
a su carpa.
Destrucción de Sodoma y Gomorra
19 Al anochecer, los dos ángeles llegaron a
la entrada de la ciudad de Sodoma. Lot
estaba allí sentado y, cuando los vio, se puso de
pie para recibirlos. Entonces les dio la bienvenida
y se inclinó rostro en tierra.
2 —Señores míos —dijo él—, vengan a mi casa
para lavarse los pies, y sean mis huéspedes esta
noche. Entonces mañana podrán levantarse
temprano y seguir su camino.
—Oh, no —respondieron ellos—. Pasaremos la
noche aquí, en la plaza de la ciudad.
3 Pero Lot insistió, y finalmente ellos fueron con
él a su casa. Lot preparó un banquete para ellos,
con pan sin levadura recién horneado, y ellos
comieron;
4 pero antes de que se fueran a dormir,
todos los hombres de Sodoma, tanto jóvenes
como mayores, llegaron de todas partes de la ciudad
y rodearon la casa. 5 Y le gritaron a Lot:
—¿Dónde están los hombres que llegaron
para pasar la noche contigo? ¡Haz que salgan
para que podamos tener sexo con ellos!
6 Entonces Lot salió de la casa para hablar con
ellos y cerró la puerta detrás de sí.
7 —Por favor, hermanos míos —suplicó—, no
hagan una cosa tan perversa. 8 Miren, tengo dos
hijas vírgenes. Déjenme traerlas, y podrán hacer
con ellas lo que quieran. Pero les ruego que
dejen
en paz a estos hombres, porque son mis
huéspedes y están bajo mi protección.
9 —¡Hazte a un lado! —gritaron ellos—. Este
tipo llegó a la ciudad como forastero, ¡y ahora
actúa como si fuera nuestro juez! ¡Te trataremos
mucho peor que a esos hombres!
Y se lanzaron contra Lot para tirar la puerta
abajo.
10 Pero los dos ángeles* extendieron la mano,
metieron a Lot dentro de la casa y pusieron el
cerrojo
a la puerta. 11 Luego dejaron ciegos a
todos
los hombres que estaban en la puerta de
la casa, tanto jóvenes como mayores, los cuales
abandonaron su intento de entrar.
12 Mientras tanto, los ángeles le preguntaron
a Lot:
—¿Tienes otros familiares en esta ciudad?
Sácalos de aquí, a tus yernos, hijos, hijas o cualquier
otro, 13 porque estamos a punto de destruir
este lugar por completo. El clamor contra
esta ciudad es tan grande que ha llegado hasta el
Señor, y él nos ha enviado para destruirla.
14 Entonces Lot salió con prisa a contarles
a los prometidos de sus hijas: «¡Rápido, salgan
de la ciudad! El Señor está a punto de destruirla
»; pero los jóvenes pensaron que lo decía en
broma.
15Al amanecer de la mañana siguiente, los
ángeles
insistieron:
—Apresúrate —le dijeron a Lot—. Toma a tu
esposa y a tus dos hijas que están aquí. ¡Vete
ahora mismo, o serás arrastrado en la destrucción
de la ciudad!
16 Como Lot todavía titubeaba, los ángeles lo
agarraron de la mano, y también a su esposa y a
sus dos hijas, y los llevaron enseguida a un lugar
seguro fuera de la ciudad, porque el Señor tuvo
misericordia de ellos. 17 Cuando quedaron a salvo
fuera de la ciudad, uno de los ángeles ordenó:
—¡Corran y salven sus vidas! ¡No miren hacia
atrás ni se detengan en ningún lugar del valle!
¡Escapen a las montañas, o serán destruidos!
18 —¡Oh, no, mi señor! —suplicó Lot—.
19 Ustedes fueron tan amables conmigo y me salvaron
la vida, y han mostrado una gran bondad;
pero no puedo
ir a las montañas. La destrucción
me alcanzaría allí también, y pronto moriría.
20 Miren, hay una pequeña aldea cerca. Por favor,
déjenme ir allá; ¿no ven lo pequeña que es? Así no
perderé la vida.
21 —Está bien —dijo el ángel—, concederé tu
petición. No destruiré la pequeña aldea. 22 ¡Pero
apresúrate! Escapa a la aldea, porque no puedo
hacer nada hasta que llegues allí. (Esto explica
por qué aquella aldea se conocía como Zoar, que
significa «lugar pequeño»).
23 Lot llegó a la aldea justo cuando el sol salía
en el horizonte. 24 Enseguida el Señor hizo llover
de los cielos fuego y azufre ardiente sobre
Sodoma y Gomorra. 25 Las destruyó por completo,
junto con las demás ciudades y aldeas de la
llanura. Así arrasó a todas las personas y a toda
la vegetación; 26 pero la esposa de Lot miró hacia
atrás mientras lo seguía y quedó convertida
en
una estatua de sal.
27 Abraham se levantó temprano esa mañana
y salió de prisa al lugar donde había estado en
la presencia del Señor. 28 Miró al otro lado de
la llanura, hacia Sodoma y Gomorra, y vio que
subían columnas de humo desde las ciudades
como si fuera el humo de un horno.
29 Pero Dios había escuchado la petición de
Abraham y salvó la vida de Lot, a quien sacó del
desastre que se tragó a las ciudades de la llanura.
Lot y sus hijas
30 Tiempo después, Lot abandonó Zoar porque
tenía miedo de la gente de allí y fue a vivir
a una cueva en las montañas junto con sus dos
hijas. 31 Cierto día, la hija mayor le dijo a su hermana:
«No quedan hombres en ningún lugar de
esta región, así que no podemos casarnos como
todas las demás; y nuestro padre pronto será
demasiado viejo para tener hijos. 32 Ven, vamos
a emborracharlo con vino, y después tendremos
sexo con él. De esa forma preservaremos nuestra
descendencia por medio de nuestro padre».
33Así que aquella noche lo emborracharon
con vino, y la hija mayor entró y tuvo relaciones
sexuales con su padre. Él no se dio cuenta
cuando
ella se acostó ni cuando se levantó.
34A la mañana siguiente, la hermana mayor
le dijo a la menor: «Anoche tuve sexo con nuestro
padre. Volvamos a emborracharlo con vino
esta noche, y tú entrarás y tendrás sexo con él. De
esa forma preservaremos nuestra descendencia
por medio de nuestro padre». 35Así que aquella
noche
ellas volvieron a emborracharlo con vino, y
la hija menor entró y tuvo relaciones sexuales con
él. Igual que antes, él no se dio cuenta cuando
ella
se acostó ni cuando se levantó.
36 Como resultado, las dos hijas de Lot quedaron
embarazadas de su propio padre. 37 Cuando
la hija mayor dio a luz un hijo, le puso por nombre
Moab.* Él llegó a ser padre de la nación
conocida
ahora como los moabitas. 38 Cuando la
hija menor dio a luz un hijo, le puso por nombre
Ben-ammi.* Él llegó a ser padre de la nación
conocida
ahora como los amonitas.
Abraham engaña a Abimelec
20 Abraham se trasladó hacia el sur, al
Neguev, y vivió un tiempo entre Cades y
Shur; luego siguió hasta Gerar. Mientras vivía allí
como extranjero, 2Abraham presentó a su esposa,
Sara, diciendo: «Ella es mi hermana». Entonces
el rey Abimelec de Gerar mandó llamar a Sara e
hizo que la trajeran ante él a su palacio.
3 Esa noche Dios se le apareció a Abimelec en
un sueño y le dijo:
—Eres hombre muerto, porque esa mujer que
has tomado, ¡ya está casada!
4 Sin embargo, Abimelec todavía no había dormido
con ella, así que dijo:
—Señor, ¿destruirás a una nación inocente?
5 ¿Acaso no me dijo Abraham: “Ella es mi hermana”?
Y ella misma dijo: “Sí, él es mi hermano”.
¡Yo he actuado con total inocencia! Mis manos
están limpias.
6 En el sueño, Dios respondió:
—Sí, yo sé que tú eres inocente. Por eso no
permití que pecaras contra mí ni dejé que la
tocaras.
7Ahora devuelve la mujer a su esposo; y
él orará por ti, porque es profeta. Entonces vivirás;
pero si no la devuelves, puedes estar seguro
de que tú y todo tu pueblo morirán.
8A la mañana siguiente, Abimelec se levantó
temprano y enseguida reunió a todos sus siervos.
Cuando les dijo a sus hombres lo que había
ocurrido, ellos quedaron aterrados. 9 Entonces
Abimelec mandó llamar a Abraham.
—¿Qué nos has hecho? —preguntó—. ¿Qué
delito he cometido que merezca un trato como
este, que nos haces culpables a mí y a mi reino
de este gran pecado? ¡Nadie debería hacer jamás
lo que tú has hecho! 10 ¿Qué te llevó a cometer
semejante
acto?
11Abraham contestó:
—Yo pensé: “Este es un lugar donde no hay
temor
de Dios. Ellos querrán tener a mi esposa y
me matarán para conseguirla”. 12 Ella de verdad
es mi hermana, pues ambos tenemos el mismo
padre, aunque diferentes madres; y yo me casé
con ella. 13 Cuando Dios me llamó a abandonar
la casa de mi padre y a viajar de lugar en lugar, le
dije a ella: “Hazme un favor, por donde vayamos,
dile a la gente que yo soy tu hermano”.
14 Entonces Abimelec tomó algunas de sus
ovejas y cabras, ganado y también siervos y
siervas, y entregó todo a Abraham. Además le