El Cantar de los Cantares. 1- ANHELOS

28.10.2013 18:19
LA BUSQUEDA INICIAL Y LA SATISFACCION (1:2—2:7)
Esta sección es la clave de todo el libro. Todos los principios espirituales están contenidos en esta sección y predice todas las experiencias subsecuentes. Las lecciones que vienen luego no son nuevas; son lecciones previas que se repiten de una manera más profunda. Las experiencias espirituales de la primera sección son suaves y fáciles. La primera consagración y revelación siempre parece ser fácil. Sin embargo, esta consagración y revelación puede no ser muy confiable; por eso es necesario que estas experiencias pasen por el fuego. Esta sección revela las experiencias espirituales que están por venir, después de lo cual todo será probado hasta que llegue a ser real. La primera vez que una persona experimenta algo, es posible que no reciba una impresión muy profunda; tal vez en la segunda ocasión la experiencia sea más avanzada y madura. Quizá la segunda experiencia no sea tan agradable como la primera, pero al final la experiencia es la misma que al comienzo. La bandera sigue siendo amor.
La experiencia descrita en esta sección equivale a “la senda de luz” a la que alude el libro Torrente espirituales; también es equivalente a “la etapa de avivamiento” del libro Cuatro niveles de la vida espiritual. Nuestra experiencia espiritual puede atestiguarlo.
 
I. ANHELOS (1:2-3)
El versículo 2 dice: “¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino”. Los besos a los que aquí se alude son diferentes del beso del Padre en el cuello (Lc. 15:20). Este beso era una señal de perdón, el cual todos los que pertenecen al Señor han recibido. El énfasis en Cantares recae sobre la relación amorosa entre los creyentes y el Señor. Por lo tanto, el perdón es un hecho implícito, y ésta es la razón por la cual no se menciona. El Cantar de los cantares no describe la manera en que una persona pasa de la posición de pecador a la de creyente, sino que habla de la forma en que un creyente satisface su sed y halla satisfacción. Debemos tener presente este hecho para poder entender el comienzo del libro.
Después de que una persona es salva, no sabemos cuanto tiempo se requiere para que experimente un anhelo en su ser. Lo que sí sabemos es que cuando una persona salva es despertada por el Espíritu Santo y comienza a seguir al Señor, surge en ella un anhelo.
Debido a que la que busca al Señor tiene hambre y sed, espontáneamente dice: “¡Oh, si él me besara con besos de su boca!”. Ella no dice quien es “él”. Pero en su mente hay sólo una persona: “él”, aquel a quien ella busca.
 
Antes su relación
con el Señor era general y ella estaba profundamente satisfecha con esto. Ahora desea tener una relación más personal con El. Por lo tanto, ella desea un “beso”, que es una expresión personal de amor. Nadie puede besar a dos personas al mismo tiempo. Un beso es la expresión de una relación exclusivamente personal. Además éstos no son besos en la mejilla, como fue el de Judas (Mt. 26:49) ni en los pies, como fueron los de María (Lc. 7:38, 45). Son “besos de su boca”, una señal de afecto personal. Ella ya no está satisfecha con una relación general y desea una relación personal que nadie más tiene. Esta urgencia interna es el comienzo de todo progreso. La edificación espiritual nunca puede estar separada de una búsqueda que esté basada en el hambre y la sed. Si el Espíritu Santo no ha puesto una verdadera insatisfacción con la relación general del creyente ni ha puesto una búsqueda por un afecto personal en él, el creyente no podrá tener una relación íntima con el Señor. Esta búsqueda es la base de toda experiencia futura. Si no tenemos hambre y sed, solamente tendremos un canto poético y no el Cantar de los cantares.
Tenemos esta búsqueda porque recibimos una visión. El Espíritu Santo nos ha mostrado una visión que los hombres no han visto. Después de recibir esta revelación, descubrimos que “su amor es mejor que el vino” y por eso anhelamos los besos de Su boca.
En verdad, el amor del Señor es mejor que el vino. De todo lo que nos trae gozo y regocijo, el Espíritu Santo nos muestra que nada se puede comparar con el amor del Señor. Nada de lo que nos atrae bajo el sol, puede compararse con Su amor. Una vez que vemos y probamos Su amor, ¿hay alguna cosa debajo del sol que pueda compararse con él?
El versículo 3 dice: “A más del olor de tus suaves ungüentos, tu nombre es como ungüento derramado; por eso las doncellas te aman”. Señor, Tú eres el Ungido. Dios te ungió con el Espíritu Santo y recibiste del Espíritu Santo todo tipo de ungüento. Dios no es el único que percibe Tu olor, pues nosotros también lo percibimos. Nadie nos habló jamás de este aroma, ni lo percibimos en ningún lugar; pero somos conmovidos espontáneamente con el encanto del olor de Tu ungüento.
“Tu nombre es como ungüento derramado”. Señor, Tú también tienes un nombre que nos atrae. Con Tu nombre nos recuerdas que Dios vino. ¡La unción ya fue derramada! Estamos conscientes de que Tú moriste. Sin duda alguna, la unción ya fue derramada. ¡Cuán precioso es el nombre de Jesús! ¿Quién podrá sondear el olor de este nombre?
“Por eso las doncellas te aman”. Debido a Tu misma persona (el ungüento) y Tu nombre (la unción derramada), las doncellas te aman. 
Ellas te aman por Tu
misma persona y Tu nombre. No podemos amar una obra ni tampoco un poder. Solamente podemos amar a una persona, a alguien que tiene personalidad. Te amamos y somos atraídos por Tu misma persona y Tu nombre. Aunque no hemos percibido Tu olor en su totalidad, lo que hemos percibido es suficiente para amarte. La revelación de la persona del Señor no solamente exige la adoración por parte del hombre sino también el amor. El amor al Señor surge en cada uno de nosotros cuando tenemos una visión de Su persona.
Estas doncellas son los “protegidos” (Sal. 83:3). Ellas son las compañeras de la doncella y son igualmente puras y buscan diligentemente al Señor. La doncella no es la única que camina en esta senda espiritual; ella es solamente una virgen entre muchas.