Los lenguajes del amor. Semana dos, día lunes.

30.09.2013 19:08
Semana 2
 
Génesis 26—28
Próximo devocional: p. 24
Lunes Placer
Lectura bíblica: Génesis 18:1-15
Génesis 18 recopila el anuncio que cambiaría la vida de Abraham y Sara. El mensajero
de Dios les anunció que iban a tener un hijo. Una idea maravillosa, ¡pero Abraham
tenía cien años, y Sara noventa! Cuando Sara escuchó el mensaje, se rió y dijo: “¿Cómo
podría una mujer acabada como yo disfrutar semejante placer, sobre todo cuando mi
señor —mi esposo— también es muy viejo?”.
La primera respuesta de Sara no fue al milagro del hijo, sino al placer físico. La palabra
hebrea traducida “placer” se usa solo aquí en el Antiguo Testamento. Sara está pensando
en la experiencia placentera del acto sexual. Aunque la química de su cuerpo no era lo
que solía ser, no era demasiado vieja para recordar que era una experiencia placentera.
El Cantar de los Cantares está repleto de ilustraciones del placer del aspecto sexual
del matrimonio (ver 6:1-9; 7:1-10). Aunque el simbolismo podría ser extraño para nuestra
cultura, el propósito está claro: los cónyuges están destinados a disfrutar el uno del otro.
Uno de los deseos del amor es dar placer al ser amado. Por lo tanto, la relación sexual
dentro del matrimonio llega a ser una expresión muy significativa del amor. Es una de
las voces más fuertes del amor. El esposo debe causar “placer” a su esposa, y la esposa
debe causar “placer” a su esposo. Es en la abnegación mutua que el amor encuentra su
máxima expresión.
Reflexión y estudio
Conversa y reflexiona con tu cónyuge sobre estas preguntas:
• ¿Por qué es bueno el placer sexual?
• ¿Qué relación tiene el placer sexual con el amor?
• ¿Cómo puedes hablar de sexo abiertamente con tu cónyuge y causarse placer
el uno al otro?
Medita en estos pasajes para un estudio adicional sobre el sexo: Proverbios 5:19;
Cantar de los Cantares 7:1-10; 1 Corintios 7:1-7.
. Guía de oración ,
Pide a Dios que te dé una perspectiva positiva acerca del sexo, como una hermosa
expresión de amor dentro del matrimonio y como una oportunidad de causar es el pacto que tú y tus descendientes deben
cumplir: todo varón entre ustedes debe ser circuncidado.
11 Debes cortar la carne del prepucio
como señal del pacto entre tú y yo. 12 De generación
en generación, todo varón debe ser circuncidado
al octavo día de su nacimiento. Esto
incluye no solamente a los miembros de tu familia
sino también a los siervos nacidos en tu casa
y a los siervos extranjeros que hayas comprado.
13 Todos deben ser circuncidados. Llevarán en
su cuerpo la marca de mi pacto eterno. 14 Todo
varón que no sea circuncidado será excluido de
la familia del pacto por romper el pacto».
De Sarai a «Sara»
15 Entonces Dios le dijo a Abraham: «Con respecto
a Sarai, tu esposa, su nombre no será más
Sarai. A partir de ahora, se llamará Sara.* 16 Y yo
la bendeciré, ¡y te daré un hijo varón por medio
de ella! Sí, la bendeciré en abundancia, y llegará
a ser la madre de muchas naciones. Entre sus
descendientes, habrá reyes de naciones».
17 Entonces Abraham se postró hasta el suelo,
pero se rió por dentro, incrédulo. «¿Cómo podría
yo ser padre a la edad de cien años? —pensó—.
¿Y cómo podrá Sara tener un bebé a los noventa
años?». 18Así que Abraham le dijo a Dios:
—¡Que Ismael viva bajo tu bendición especial!
19 Pero Dios le respondió:
—No. Sara, tu esposa, te dará a luz un hijo. Le
pondrás por nombre Isaac,* y yo confirmaré
mi pacto con él y con sus descendientes como
pacto
eterno. 20 Con respecto a Ismael, también
a él lo bendeciré, tal como me has pedido. Haré
que sea muy fructífero y multiplicaré su descendencia.
Llegará a ser padre de doce príncipes, y
haré de él una gran nación; 21 pero mi pacto se
confirmará con Isaac, quien nacerá de ti y de
Sara dentro de un año.
22 Cuando Dios terminó de hablar, dejó a
Abraham.
23 Ese mismo día, Abraham tomó a su hijo
Ismael, y a todos los varones de su casa, tanto
los que habían nacido allí como los que había
comprado; y los circuncidó cortándoles el prepucio,
tal como Dios le había dicho. 24Abraham
tenía noventa y nueve años cuando fue circuncidado,
25 y su hijo Ismael tenía trece. 26 Tanto
Abraham como su hijo Ismael fueron circuncidados
ese mismo día, 27 y también los demás
varones de la casa, los nacidos allí y los comprados
como siervos. Todos fueron circuncidados
junto con él.
Sara recibe la promesa de un hijo
18 El Señor se le apareció otra vez a Abraham
cerca del robledo que pertenecía a Mamre.
Un día, Abraham estaba sentado en la entrada de
su carpa a la hora más calurosa del día. 2 Entonces
levantó la vista y vio a tres hombres de pie cerca de
allí. Cuando los vio, corrió a recibirlos,
y se inclinó
hasta el suelo en señal de bienvenida.
3 —Mi señor —dijo él—, si le agrada, deténgase
aquí un rato. 4 Descansen bajo la sombra de este
árbol mientras les traen agua para lavarse los
pies. 5 Ya que han honrado a su siervo con esta
visita, permítanme prepararles comida para que
recobren fuerzas antes de continuar su viaje.
—Está bien —dijeron ellos—. Haz lo que dijiste.
6 Entonces Abraham volvió corriendo a la carpa
y le dijo a Sara: «¡Apresúrate! Toma tres medidas
abundantes* de la mejor harina que tengas, amásala
y hornea pan». 7 Luego Abraham corrió hacia
el rebaño, escogió un becerro tierno
y se lo dio a
su siervo, quien lo preparó
con rapidez.
8 Cuando
la comida estuvo lista, Abraham tomó yogur* y
leche
junto con la carne asada, y sirvió la comida
a los hombres. Mientras ellos comían, Abraham
los atendía bajo la sombra de los árboles.
9 —¿Dónde está Sara, tu esposa? —preguntaron
los visitantes.
—Está dentro de la carpa —contestó Abraham.
10 Entonces uno de ellos dijo:
—Yo volveré a verte dentro de un año, ¡y tu
esposa,
Sara, tendrá un hijo!
Sara escuchaba la conversación desde la
carpa.
11Abraham y Sara eran muy ancianos
en ese tiempo, y hacía mucho que Sara había
pasado
la edad de tener hijos. 12Así que se rió
en silencio dentro de sí misma, y dijo: «¿Cómo
podría
una mujer acabada como yo disfrutar
semejante placer, sobre todo cuando mi señor
—mi esposo— también es muy viejo?».
13 Entonces el Señor le dijo a Abraham:
—¿Por qué se rió Sara y dijo: “¿Acaso puede
una mujer vieja como yo tener un bebé?”?
14 ¿Existe algo demasiado difícil para el Señor?
Regresaré dentro de un año, y Sara tendrá un hijo.
15 Sara tuvo miedo, por eso lo negó:
—Yo no me reí.
Pero el Señor dijo:
—No es cierto, sí te reíste.
Abraham intercede por Sodoma
16 Después de haber comido, los hombres se
levantaron y miraron hacia Sodoma. Cuando
salieron, Abraham caminó un tramo con ellos
para despedirlos.
17 «¿Ocultaré mis planes a Abraham? —dijo
el Señor—. 18 Pues Abraham sin duda llegará a
formar una nación grande y poderosa, y todas
las naciones de la tierra serán bendecidas por
medio
de él. 19 Yo lo escogí a fin de que él ordene
a sus hijos y a sus familias
que se mantengan en
el camino
del Señor haciendo lo que es correcto
y justo. Entonces yo haré por Abraham todo lo
que he prometido».
20Así que el Señor le dijo a Abraham:
—He oído un gran clamor desde Sodoma
y Gomorra, porque su pecado es muy grave.
21 Bajaré para ver si sus acciones son tan perversas
como he oído. Si no es así, quiero saberlo.
22 Los otros hombres se dieron la vuelta y se
dirigieron a Sodoma, pero el Señor se quedó
con Abraham. 23Abraham se le acercó y dijo:
—¿Destruirás tanto al justo como al malvado?
24 Supongamos que encuentras cincuenta personas
justas en la ciudad, ¿aun así la destruirás y no
la perdonarás por causa de los justos? 25 Seguro
que tú no harías semejante cosa: destruir al
justo
junto con el malvado. ¡Pues estarías tratando
al justo y al malvado exactamente de la misma
manera!
¡Sin duda, tú no harías eso! ¿Acaso el
Juez de toda la tierra no haría lo que es correcto?
26 Y el Señor contestó:
—Si encuentro cincuenta personas justas en
Sodoma, perdonaré a toda la ciudad por causa
de ellos.
27 Entonces Abraham volvió a hablar:
—Ya que he comenzado, permíteme decir
algo más a mi Señor, aunque no soy más que
polvo y cenizas. 28 Supongamos que hubiera
solo cuarenta y cinco justos en vez de cincuenta.
¿Destruirás toda la ciudad aunque falten cinco?
El Señor le dijo:
—No la destruiré si encuentro cuarenta y
cinco
justos allí.
29 Entonces Abraham insistió en su petición:
—¿Supongamos que hubiera solamente
cuarenta?
El Señor le contestó:
—No la destruiré por causa de esos cuarenta.
30 —Por favor, no te enojes, mi Señor —ro–
gó Abraham—. Permíteme seguir hablando.
¿Supongamos que se encontraran solamente
treinta justos?
El Señor le contestó:
—No la destruiré si encuentro treinta.
31 Entonces Abraham dijo:
—Dado que me he atrevido a hablar al Señor,
permíteme continuar. ¿Supongamos que hay
solamente
veinte?
El Señor le contestó:
—Entonces no la destruiré por causa de esos
veinte.
32 Finalmente, Abraham dijo:
—Señor, por favor, no te enojes conmigo si
hablo
una vez más. ¿Y si hubiera tan solo diez?
Y el Señor contestó:
—Entonces no la destruiré por causa de esos
diez.
33 Cuando el Señor terminó la conversación
con Abraham, siguió su camino, y Abraham
regresó
a su carpa.
Destrucción de Sodoma y Gomorra
19 Al anochecer, los dos ángeles llegaron a
la entrada de la ciudad de Sodoma. Lot
estaba allí sentado y, cuando los vio, se puso de
pie para recibirlos. Entonces les dio la bienvenida
y se inclinó rostro en tierra.
2 —Señores míos —dijo él—, vengan a mi casa
para lavarse los pies, y sean mis huéspedes esta
noche. Entonces mañana podrán levantarse
temprano y seguir su camino.
—Oh, no —respondieron ellos—. Pasaremos la
noche aquí, en la plaza de la ciudad.
3 Pero Lot insistió, y finalmente ellos fueron con
él a su casa. Lot preparó un banquete para ellos,
con pan sin levadura recién horneado, y ellos
comieron;
4 pero antes de que se fueran a dormir,
todos los hombres de Sodoma, tanto jóvenes
como mayores, llegaron de todas partes de la ciudad
y rodearon la casa. 5 Y le gritaron a Lot:
—¿Dónde están los hombres que llegaron
para pasar la noche contigo? ¡Haz que salgan
para que podamos tener sexo con ellos!
6 Entonces Lot salió de la casa para hablar con
ellos y cerró la puerta detrás de sí.
7 —Por favor, hermanos míos —suplicó—, no
hagan una cosa tan perversa. 8 Miren, tengo dos
hijas vírgenes. Déjenme traerlas, y podrán hacer
con ellas lo que quieran. Pero les ruego que
dejen
en paz a estos hombres, porque son mis
huéspedes y están bajo mi protección.
9 —¡Hazte a un lado! —gritaron ellos—. Este
tipo llegó a la ciudad como forastero, ¡y ahora
actúa como si fuera nuestro juez! ¡Te trataremos
mucho peor que a esos hombres!
Y se lanzaron contra Lot para tirar la puerta
abajo.
10 Pero los dos ángeles* extendieron la mano,
metieron a Lot dentro de la casa y pusieron el
cerrojo
a la puerta. 11 Luego dejaron ciegos a
todos
los hombres que estaban en la puerta de
la casa, tanto jóvenes como mayores, los cuales
abandonaron su intento de entrar.
12 Mientras tanto, los ángeles le preguntaron
a Lot:
—¿Tienes otros familiares en esta ciudad?
Sácalos de aquí, a tus yernos, hijos, hijas o cualquier
otro, 13 porque estamos a punto de destruir
este lugar por completo. El clamor contra
esta ciudad es tan grande que ha llegado hasta el
Señor, y él nos ha enviado para destruirla.
14 Entonces Lot salió con prisa a contarles
a los prometidos de sus hijas: «¡Rápido, salgan
de la ciudad! El Señor está a punto de destruirla
»; pero los jóvenes pensaron que lo decía en
broma.
15Al amanecer de la mañana siguiente, los
ángeles
insistieron:
—Apresúrate —le dijeron a Lot—. Toma a tu
esposa y a tus dos hijas que están aquí. ¡Vete
ahora mismo, o serás arrastrado en la destrucción
de la ciudad!
16 Como Lot todavía titubeaba, los ángeles lo
agarraron de la mano, y también a su esposa y a
sus dos hijas, y los llevaron enseguida a un lugar
seguro fuera de la ciudad, porque el Señor tuvo
misericordia de ellos. 17 Cuando quedaron a salvo
fuera de la ciudad, uno de los ángeles ordenó:
—¡Corran y salven sus vidas! ¡No miren hacia
atrás ni se detengan en ningún lugar del valle!
¡Escapen a las montañas, o serán destruidos!
18 —¡Oh, no, mi señor! —suplicó Lot—.
19 Ustedes fueron tan amables conmigo y me salvaron
la vida, y han mostrado una gran bondad;
pero no puedo
ir a las montañas. La destrucción
me alcanzaría allí también, y pronto moriría.
20 Miren, hay una pequeña aldea cerca. Por favor,
déjenme ir allá; ¿no ven lo pequeña que es? Así no
perderé la vida.
21 —Está bien —dijo el ángel—, concederé tu
petición. No destruiré la pequeña aldea. 22 ¡Pero
apresúrate! Escapa a la aldea, porque no puedo
hacer nada hasta que llegues allí. (Esto explica
por qué aquella aldea se conocía como Zoar, que
significa «lugar pequeño»).
23 Lot llegó a la aldea justo cuando el sol salía
en el horizonte. 24 Enseguida el Señor hizo llover
de los cielos fuego y azufre ardiente sobre
Sodoma y Gomorra. 25 Las destruyó por completo,
junto con las demás ciudades y aldeas de la
llanura. Así arrasó a todas las personas y a toda
la vegetación; 26 pero la esposa de Lot miró hacia
atrás mientras lo seguía y quedó convertida
en
una estatua de sal.
27 Abraham se levantó temprano esa mañana
y salió de prisa al lugar donde había estado en
la presencia del Señor. 28 Miró al otro lado de
la llanura, hacia Sodoma y Gomorra, y vio que
subían columnas de humo desde las ciudades
como si fuera el humo de un horno.
29 Pero Dios había escuchado la petición de
Abraham y salvó la vida de Lot, a quien sacó del
desastre que se tragó a las ciudades de la llanura.
Lot y sus hijas
30 Tiempo después, Lot abandonó Zoar porque
tenía miedo de la gente de allí y fue a vivir
a una cueva en las montañas junto con sus dos
hijas. 31 Cierto día, la hija mayor le dijo a su hermana:
«No quedan hombres en ningún lugar de
esta región, así que no podemos casarnos como
todas las demás; y nuestro padre pronto será
demasiado viejo para tener hijos. 32 Ven, vamos
a emborracharlo con vino, y después tendremos
sexo con él. De esa forma preservaremos nuestra
descendencia por medio de nuestro padre».
33Así que aquella noche lo emborracharon
con vino, y la hija mayor entró y tuvo relaciones
sexuales con su padre. Él no se dio cuenta
cuando
ella se acostó ni cuando se levantó.
34A la mañana siguiente, la hermana mayor
le dijo a la menor: «Anoche tuve sexo con nuestro
padre. Volvamos a emborracharlo con vino
esta noche, y tú entrarás y tendrás sexo con él. De
esa forma preservaremos nuestra descendencia
por medio de nuestro padre». 35Así que aquella
noche
ellas volvieron a emborracharlo con vino, y
la hija menor entró y tuvo relaciones sexuales con
él. Igual que antes, él no se dio cuenta cuando
ella
se acostó ni cuando se levantó.
36 Como resultado, las dos hijas de Lot quedaron
embarazadas de su propio padre. 37 Cuando
la hija mayor dio a luz un hijo, le puso por nombre
Moab.* Él llegó a ser padre de la nación
conocida
ahora como los moabitas. 38 Cuando la
hija menor dio a luz un hijo, le puso por nombre
Ben-ammi.* Él llegó a ser padre de la nación
conocida
ahora como los amonitas.
Abraham engaña a Abimelec
20 Abraham se trasladó hacia el sur, al
Neguev, y vivió un tiempo entre Cades y
Shur; luego siguió hasta Gerar. Mientras vivía allí
como extranjero, 2Abraham presentó a su esposa,
Sara, diciendo: «Ella es mi hermana». Entonces
el rey Abimelec de Gerar mandó llamar a Sara e
hizo que la trajeran ante él a su palacio.
3 Esa noche Dios se le apareció a Abimelec en
un sueño y le dijo:
—Eres hombre muerto, porque esa mujer que
has tomado, ¡ya está casada!
4 Sin embargo, Abimelec todavía no había dormido
con ella, así que dijo:
—Señor, ¿destruirás a una nación inocente?
5 ¿Acaso no me dijo Abraham: “Ella es mi hermana”?
Y ella misma dijo: “Sí, él es mi hermano”.
¡Yo he actuado con total inocencia! Mis manos
están limpias.
6 En el sueño, Dios respondió:
—Sí, yo sé que tú eres inocente. Por eso no
permití que pecaras contra mí ni dejé que la
tocaras.
7Ahora devuelve la mujer a su esposo; y
él orará por ti, porque es profeta. Entonces vivirás;
pero si no la devuelves, puedes estar seguro
de que tú y todo tu pueblo morirán.
8A la mañana siguiente, Abimelec se levantó
temprano y enseguida reunió a todos sus siervos.
Cuando les dijo a sus hombres lo que había
ocurrido, ellos quedaron aterrados. 9 Entonces
Abimelec mandó llamar a Abraham.
—¿Qué nos has hecho? —preguntó—. ¿Qué
delito he cometido que merezca un trato como
este, que nos haces culpables a mí y a mi reino
de este gran pecado? ¡Nadie debería hacer jamás
lo que tú has hecho! 10 ¿Qué te llevó a cometer
semejante
acto?
11Abraham contestó:
—Yo pensé: “Este es un lugar donde no hay
temor
de Dios. Ellos querrán tener a mi esposa y
me matarán para conseguirla”. 12 Ella de verdad
es mi hermana, pues ambos tenemos el mismo
padre, aunque diferentes madres; y yo me casé
con ella. 13 Cuando Dios me llamó a abandonar
la casa de mi padre y a viajar de lugar en lugar, le
dije a ella: “Hazme un favor, por donde vayamos,
dile a la gente que yo soy tu hermano”.
14 Entonces Abimelec tomó algunas de sus
ovejas y cabras, ganado y también siervos y
siervas, y entregó todo a Abraham. Además le